En la era digital, plataformas como Instagram y TikTok han cambiado radicalmente la forma en que interactuamos, nos expresamos y consumimos contenido. Para algunos, estas redes se han convertido en espacios de superficialidad, donde la imagen y la aprobación instantánea parecen ser lo único que importa. Sin embargo, esta visión oscurece el verdadero potencial que las redes sociales tienen como herramientas poderosas para la creatividad y la autoexpresión.
Si bien es cierto que el uso excesivo de las redes sociales puede afectar la autoestima y la salud mental, estas plataformas también brindan infinitas oportunidades para quienes desean compartir su arte, ideas y proyectos con el mundo. Instagram, por ejemplo, permite a fotógrafos, ilustradores y diseñadores mostrar su trabajo a una audiencia global, mientras que TikTok ha catapultado a artistas emergentes, creadores de contenido y hasta activistas a niveles de visibilidad que serían impensables hace unos años. La clave está en cómo se utilizan.
El problema de alimentar el ego
Uno de los grandes riesgos que enfrentamos al usar redes sociales es caer en la trampa de la búsqueda constante de validación externa. Las publicaciones que solo buscan "me gusta" y comentarios positivos pueden llevar a una obsesión por la perfección, lo que muchas veces nos desconecta de nuestro verdadero propósito. Alimentar el ego y medir nuestro valor personal a través de interacciones virtuales genera un ciclo de ansiedad y frustración, ya que nunca es suficiente.
Uso consciente: la solución
Utilizar las redes de manera consciente implica cambiar el enfoque. En lugar de buscar la aprobación de los demás, debemos verlas como una extensión de nuestra creatividad, un medio para compartir lo que nos apasiona y conectarnos con otros que compartan nuestros intereses. La autoexpresión genuina y auténtica, sin preocuparse demasiado por el "número de seguidores" o las métricas de interacción, es lo que realmente puede hacer que estas plataformas se conviertan en espacios positivos.
Las redes sociales no son intrínsecamente buenas o malas; lo que define su impacto en nuestras vidas es la manera en que decidimos usarlas. Si logramos alejarnos del ego y enfocarnos en crear, colaborar y aprender, estas plataformas seguirán evolucionando como herramientas útiles para la autoexpresión y la creatividad. Al final del día, el verdadero conflicto no está en las redes en sí mismas, sino en cómo las utilizamos para construir, o destruir, nuestro bienestar digital.