El matrimonio ha sido una institución venerada por siglos, pero, para algunos, la idea de unirse a otra persona ya no resulta atractiva. En cambio, ha surgido una nueva tendencia que desafía las normas tradicionales: la sologamia. Este concepto ha empezado a ganar terreno en las conversaciones sobre el amor propio y el autocuidado.
Aunque las ceremonias sologámicas no tienen validez legal, quienes optan por casarse consigo mismos ven en este ritual una declaración simbólica. No hay beneficios fiscales ni laborales, pero sí un profundo compromiso personal. En estas ceremonias, tal como explican en El Confidencial, no faltan los elementos tradicionales: los votos, los anillos, los invitados y, por supuesto, la celebración. Para muchos, es una forma de reafirmar su decisión de cuidarse en todos los aspectos de la vida, aunque para otros pueda parecer innecesario o exagerado.
Sin embargo, lo que comenzó como un acto de amor propio se está convirtiendo en un negocio lucrativo. En ciudades como Madrid y Barcelona ya existen empresas que ofrecen paquetes completos para este tipo de ceremonias, con todo lo que una boda de pareja convencional incluiría. Esto ha levantado algunas cejas, ya que la sologamia, originalmente pensada como una manifestación íntima y filosófica, está empezando a mercantilizarse, lo que podría desvirtuar su esencia.
El gran temor es que el capitalismo convierta la sologamia en un producto de consumo más, alejando su verdadero propósito de autocuidado y amor propio. Si bien no es necesario casarse para quererse a uno mismo, algunas personas encuentran en este ritual una manera poderosa de priorizarse. La clave está en que este acto de amor personal no pierda su significado bajo el peso de la publicidad y los intereses comerciales. Porque, al final del día, amarse a uno mismo no debería costar tanto.