Los vínculos humanos son complejos, y el distanciamiento entre hermanos es una experiencia más común de lo que se piensa, aunque la sociedad la trata como un tabú. La autora Fern Schumer, en su ensayo Brothers, Sisters, Strangers: Sibling Estrangement and the Road to Reconciliation, señala que "a lo largo de la cultura, desde la ópera hasta las sitcoms, se asume y se insta a los hermanos y hermanas no solo a mantener, sino también a priorizar, por encima de todo, a sus familias". Sin embargo, para muchas personas, mantener una relación cercana con sus hermanos no es siempre posible ni deseable.
La presión social para mantener esos lazos familiares puede llevar a sentimientos de culpa y vergüenza en quienes optan por distanciarse. "Incluso si no recibes un comentario crítico, recibes una mirada en blanco, una mirada desviada o un silencio incómodo", comenta Schumer. Esta reacción provoca que las personas en estas situaciones se sientan invisibles y juzgadas, lo que complica aún más el proceso de distanciamiento.
Además, la falta de una comunidad empática puede llevar a que estas personas eviten hablar del tema, exacerbando la sensación de aislamiento. "Al carecer de una comunidad empática, algunxs hermanxs distanciadxs se las arreglan con evasión, redirigiendo la conversación con la esperanza de evitar la desaprobación social", añade Schumer. Esta pena solitaria, aunque silenciosa, es compartida por muchas personas en todo el mundo.
De hecho, un estudio de la organización británica Stand Alone y el Centro de Investigación Familiar de la Universidad de Cambridge revela que "el 54% de lxs participantes estuvieron de acuerdo con la afirmación de que 'el distanciamiento o ruptura familiar es común en nuestra familia'". A pesar de ser un fenómeno tan extendido, el juicio social sigue siendo una barrera para la comprensión y la empatía hacia quienes deciden distanciarse de sus hermanos.