Una almohada sucia es un nido de polvo, sudor, grasa y bacterias que dañan la piel y el cabello. Mucho se habla sobre la importancia de irse a la cama con la piel bien limpia e hidratada para aprovechar al máximo la regeneración celular, pero de poco sirve si la almohada está sucia.
A la funda de la almohada hay que cambiarla, al menos, cada dos días. Aunque a priori pueda parecer algo sin importancia, durante toda la noche, la piel del rostro está en contacto con ella y, al final, se acaba convirtiendo en un depósito de bacterias que causa puntos negros y granitos en la piel.
La funda de la almohada no es lo único que debemos lavar. Según expertos, la almohada también necesita limpiezas frecuentes porque acumula polvo, sudor, grasa, saliva y demás bacterias que afectan al estado de la piel y del cabello. Lo recomendable es lavar las almohadas una o dos veces al año. Con el tiempo acumulan restos de sudor, sebo y células muertas de la piel; también microorganismos como bacterias o ácaros; por eso se tienen que lavar y no solo las fundas.
No todas las almohadas requieren el mismo cuidado. Si utilizamos funda protectora podemos prolongar algo más el tiempo, pero lo ideal es lavar la almohada cada dos o tres meses. Si la almohada es apta para lavadora, siempre utilizaremos un programa de ropa delicada y compensaremos la carga. Si no lo es, tendremos que limpiarla con un trapo húmedo y detergente habitual.