¿Alguna vez habéis sentido la necesidad irrefrenable de bostezar de manera repentina, y, al mirar a vuestro alrededor, notaron que había otra persona bostezando? De seguro que sí. El contagio del bostezo es un curioso hecho que se da habitualmente, pero permanece como un auténtico misterio para la mayoría de las personas. Sin embargo, la ciencia ya ha explicado el proceso por el cual se da esta situación. ¿Queréis saber de qué se trata?
Las investigaciones al respecto son diversas, pero, en general, apuntan a que el efecto contagio que sucede con los bostezos se explica por reflejos primitivos en los que intervienen las “neuronas espejo”. Según explica la ciencia, estas neuronas se relacionan, entre otras cosas, con la capacidad de sentir empatía por el otro e imitar en pos de aprender, y así sucede al bostezar.
Un detalle interesante de este proceso que analiza la ciencia es la potencia del efecto contagio. No es estrictamente necesario que veamos bostezar a una persona frente a nosotros para sentir el impulso a hacer lo propio, pues esa sensación podría aparecernos solo con oír un bostezo o con ver una foto de ese sencillo gesto. ¡Increíble!
Además, la ciencia explica que, para que aparezca el efecto contagio con los bostezos, previamente debe haberse dado cierto desarrollo de las estructuras neuronales. Es por eso que, por ejemplo, hasta los 2 años, difícilmente veamos a un bebé bostezando por imitación o empatía. Como se puede ver, todas nuestras incógnitas cotidianas tienen una respuesta, y suelen venir de la mano de la investigación científica.
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