Cuando tomamos una decisión personal tan importante como la de comenzar a hacer ejercicio por primera vez, la ansiedad por ver los cambios físicos plasmados en nuestro cuerpo es inevitable. Sabemos que nuestro aspecto cambiará, y que lo que estamos haciendo es bueno para nuestra salud, pero, lógicamente, queremos que eso se note de manera superficial. Sin embargo, es importante intentar mantener la calma y la constancia…
La aparición de cambios físicos vinculados al ejercicio es un proceso que sólo se dará si nos comprometemos y somos constantes con la causa. Jamás podría suceder de un día para otro. Pero, además, hay que decir que depende de diversas variables: el metabolismo que tengamos, la genética, la cuestión hormonal, la alimentación, el tipo de entrenamiento que estemos realizando, y demás.
Aun así, si tuviéramos que dar una respuesta breve a la pregunta por la aparición de estos tan esperados cambios a raíz del ejercicio, la ciencia tiene una estimación en promedio. Según indican ciertos estudios especializados, a partir de las 8 semanas de entrenamiento podemos empezar a ver ciertas variaciones en nuestro cuerpo. ¡Hay que armarse de paciencia!
Pese al plazo establecido, es relevante considerar que los cambios vinculados al ejercicio aparecen en el cuerpo de forma progresiva. Así, la constancia es la clave principal que necesitamos para que los efectos del entrenamiento sean realmente considerables. ¡Pero vale la pena intentarlo!
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