El rey emérito Juan Carlos protagonizó uno de los hechos más angustiantes y humillantes en medio del funeral de la reina Isabel II. Días atrás, el padre de Felipe VI viajó a Londres para participar del icónico evento de despedida a la monarca británica. Con ánimos de ser visto como el jefe de Estado que llegó a ser, acudió al palacio de Buckingham sin tener los mejores resultados.
Juan Carlos esperó ser recibido como se merecía, lleno de pompas, alegría y un mar de saludos. Lo cierto es que terminó por quedar a un costado, dando pena y presentando una monarquía un poco anticuada. A pesar de sus buenas intenciones, la emérita Sofía, su aliada y confidente, trató de animarle, pero no sucedió lo esperado y el enfado del ahora residente de Abu Dabi quedó en evidencia en público.
Todo sucedió al momento en que ingresó al palacio para saludar al rey Carlos III y a Camila Parker. En su llegada, los británicos intentaron a toda costa evitar un saludo prolongado de Juan Carlos. Ante las cámaras reales quedó grabado el instante en que el emérito se acercó a los royals para brindarle sus condolencias y claramente se notó el desánimo del hijo de Isabel II en saludarlo. Con una pequeña reverencia bastó para seguir su conversación con los demás monarcas.
Enfurecido por los dos ósculos de Camila y la poca interacción de Carlos, el emérito se hizo a un costado, en solitario. Con angustia, según develó una fuente cercana a la revista Lecturas, ni Sofía pudo ayudarle. “Daba entre pena y vergüenza ajena... Se apartó a un lado sin que nadie interactuase con él, se le notaba enfadado, incluso tuvo un gesto brusco hacia doña Sofía, quien parecía tratar de consolarlo”, describió el medio acerca del complejo momento que vivió Juan Carlos en Londres.