Pertenecer a la realeza no es para nada fácil. Respetar protocolos y transmitir a la prensa y al público una imagen ejemplar de la moralidad. Aquello quedó en el olvido con la llegada de Alexandra de Hannover, hija de Carolina de Mónaco y, sobrina de Alberto II y Charlène. A su nacimiento, la pequeña marcó el final de una era dorada.
Ante la prensa, Alexandra es la sobrina preferida de Alberto II y Charlène. Nacida el 20 de julio de 1999, fruto del amor entre Carolina y Ernesto de Hannover, llegó a este mundo para unirlos en matrimonio, uno del que la hermana del actual monarca de Mónaco padeció hasta sus últimos días. La pequeña obligó a sus padres a unirse de manera religiosa, pero su vínculo interno nunca fue de los mejores.
Acostumbrada a vender exclusivas a los medios de comunicación, Carolina atravesó la tortura de ser perseguida por los paparazzi, cuando nació su hija y mucho después también. Su vínculo con Ernesto se mantuvo en la polémica, ya que cada tanto agredía a un fotógrafo o a sus propios vecinos. La pobre Alexandra se crío entre el oro y la agresión intrafamiliar, según develó Vanitatis.
El 2009 se convirtió en el año definitivo para la pareja de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover. En medio del cumpleaños de la pequeña Alexandra, ambos tomaron la decisión de separarse, no así de solicitar el divorcio. ¿Por qué? Pues las apariencias siempre fueron lo más importante dentro de la familia Grimaldi. Hoy en día, Alberto II ha adoptado a su sobrina como la mejor compañía junto a Charlène para concurrir a distintos eventos en Mónaco. Lo cierto es que esta historia se carga como una más del pasado oscuro de los príncipes monegascos.