Ayer, Sevilla se convirtió en el centro del festejo en el país, por un lado debido al enfrentamiento entre el Betis contra el Valencia C. F, y por otro, gracias a la boda de Borja Corsini, el hermano de la condesa de Osorno. En medio de las calles tumultuosas y cargadas de cánticos sevillanos y madrileños, los aristócratas recibieron los votos acompañados de su círculo más cercano.
En menos de un año, la familia de Corsini fue bendecida con tres matrimonios. La primera fue María, la hermana de Borja, que desposó a Diego Osorio. Luego, la menor de los tres, Belén se casó en la Lira con Carlos Fitz-James Stuart, conde de Osorno, el 21 de mayo del año pasado. Ahora llegó el turno del joven, quien confirmó su amor eterno bajo la iglesia Nuestra Señora del Buen Suceso a María Roiz de la Parra.
A lo largo de la ceremonia predominó, en ciertas ocasiones, una llovizna, pero no fue necesario para la aristocracia sevillana proteger sus atuendos de fiesta bajo un paraguas. Al finalizar la celebración religiosa, la cual estuvo pensada para el 16, pero que, debido a las Pascuas tuvo que retrasarse, la familia Corsini y Roiz de la Parra, junto con amigos y empresarios, acudieron a un salón alejado de la escena pública y de la mirada ajena. Allí gozaron de un almuerzo y una jornada a pura alegría.
La madrina de la boda fue Mónica de Lacalle, quien llevó la tradicional mantilla española y vistió un atuendo azul. En tanto, el vestido de la novia de Borja Corsini sorprendió por su sencillez y escasez de adornos. Solo utilizó un par de colgantes y un velo sin volumen, a juego con su vestido de color blanco pastel. Por otro lado, el novio calzó un traje azabache con una corbata azul a rayas.
Borja Corsini finalizó sus estudios en el Centro Universitario Villanueva. Si bien mantiene un perfil bajo a diferencia de su hermana Belén, el joven cuenta con el mando de varias empresas de su padre, las cuales van desde compañías inmobiliarias, agrícolas y de restauración, como Gambelilla S.L., entre otras. No obstante, la fiesta se convirtió en un evento hermético, del que solo se pudo apreciar la llegada y salida de los novios del templo religioso.