En noviembre de 1994, el palacio de Zarzuela anunciaba el compromiso entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar. Esto tomó por sorpresa al pueblo español, pues pocos conocían la relación que estos compartían, debido a que la pareja había sido vista junta en público pocas veces.
Los entonces duques de Lugo protagonizaron una boda de ensueño en la catedral de Sevilla, en marzo de 1995. Sin embargo, tras trece años de matrimonio y dos hijos en común, la infanta Elena y Jaime de Marichalar anunciaron un "cese temporal de la convivencia matrimonial", una estrategia comunicacional a la que recurrió la Casa Real española con el fin de intentar ganar tiempo y gestionar así el que iba a ser el primer divorcio de un miembro de la monarquía en mucho tiempo.
En su momento, se conoció que la pareja había decidido separarse debido a "numerosas diferencias que tenía" aunque esto habría sido en realidad para aminorar las verdaderas razones que, para la época, eran consideradas "brutales". La infanta Elena alegó que esposo ingería estupefacientes, declaración que tenía como finalidad justificar la solicitud de nulidad católica.
Del mismo modo la infanta Elena declaró que desconocía, en el momento del compromiso, la dependencia que su marido tenía con dicha sustancia. Sin embargo, y a pesar de que han transcurrido ya 15 años desde el divorcio de los entonces Duques de Lugo, todavía no se conocen a ciencia cierta los verdaderos motivos de la separación de la pareja y -muy probablemente- el secreto sea guardado durante mucho más tiempo.