El tiempo vuela, y así, casi sin darnos cuenta, han pasado tres años desde que el príncipe Harry (36) y Meghan Markle (39) dieron el “Sí, quiero” en la capilla de San Jorge en una ceremonia multitudinaria transmitida para todo el mundo. Lo que si no se puede decir es que estos tres años hayan sido apacibles.
Desde que el momento en que el nieto de la Reina Isabel II y la actriz de Suits se unieron en matrimonio, los comentarios sobre el rol de la pareja dentro de la Corona Británica, especialmente la figura de Meghan, no pararon de cesar. La prensa inglesa comparaba constantemente a Markle con Kate Middleton, su cuñada, insistiendo que la estadounidense no poseía la misma clase para cumplir sus tareas reales.
En la primavera del siguiente año, Megan dio a luz al primer hijo del matrimonio, Archie. Sin embargo, este nacimiento no implicó una mejoría en el vínculo de la pareja con la Familia Real. Cada mes que pasaba, las cosas se ponían más y más tensas.
El 8 de enero de 2020, la noticia de que el príncipe Harry y Markle decidían retirarse de sus deberes reales como miembros de la Corona Británica para pasar a vivir en Estados Unidos y ser “independientes” financieramente tomó a todo el mundo por sorpresa, incluso a la Familia Real, que emitió un comunicado donde expresaban su tristeza frente al suceso. El diario The Sun le daría el nombre de Megxit - mezcla de Brexit y Meghan - a lo sucedido.
Finalmente, el conflicto terminó de explotar cuando, a principios de este año, la pareja concedió una entrevista a Oprah Winfrey y reveló que los motivos de su alejamiento fueron, en parte por el frío trato que les propiciaba la Familia Real, pero especialmente por los comentarios racistas hacia Meghan y la llegada de Archie a la Corona. La Familia Real se indignó completamente. Integrantes del círculo íntimo de la Reina Isabel insisten en que se les retiren los títulos de Duques de Sussex, algo que la monarca les ha permitido conservar. Restará esperar como continua la situación.