Falta muy poco tiempo para que Alemania sea testigo de uno de los juicios más importantes de las últimas décadas: el que Ernesto de Hannover inició contra su propio hijo, Ernesto Junior. El conflicto lleva ya muchos años y posee tintes cinematográficos, que incluyen una herencia de 350 millones de euros y la posibilidad de que Carolina de Mónaco se siente en el banquillo.
Para encontrar los inicios de esta disputa hay que remontarse al año 2004, cuando Ernesto de Hannover, que atravesaba problemas de salud y diversos escándalos, se vio obligado a cederle el control del patrimonio familiar a su hijo. En un primer momento no le dio demasiada importancia al asunto, ya que su mayor interés pasaba por disfrutar de la vida, sin embargo, en 2017 y 2018 su hijo tomaría dos decisiones: Se casaría con Ekaterina Malysheva, algo que él nunca aceptó, y "vendería por un euro" el Castillo de Marienburg al estado de Baja Sajonia, ya que no podía afrontar los costos de reparación y no quería que se cayera a pedazos.
Desde ese momento, El Príncipe ha intentando recuperar los bienes de la dinastía a toda costa. Acusó a su hijo de "grave ingratitud", de enriquecimiento ilícito, de pérdida patrimonial, de haberlo engañado para que firmara un poder y de apropiarse de diversas obras de arte pertenecientes a la familia. Como resultado de esto, pretende obtener una compensación de cinco millones de euros y la revocación de la donación, que incluye los Castillos de Marienburg, de Calenberg y el palacio Herrenhausen.
De esta forma se sentaron las bases de un conflicto que revolucionará la justicia alemana y será tapa de todos los diarios del mundo cuando lleve adelante su juicio. Será cuestión de tiempo para que la justicia se expida y se sepa quién se queda con una de las fortunas más codiciadas de toda Europa.