A pesar de haber tenido figuras icónicas como la de Grace Kelly, la realeza de Mónaco no se caracteriza por haber ocupado un lugar extraordinario en la historia de la monarquía. Sin embargo, esto no ha impedido a sus royals ser los protagonistas de los más insólitos acontecimientos en los que hubo de todo.
Si se trata de los personajes más polémicos de la familia real, Antoinette Grimaldi, Baronesa de Massy, sin lugar a dudas tendría un lugar reservado a su nombre. Es que la tía de Carolina de Mónaco fue todo menos una mujer serena y su vida fue escrita alrededor de una escándalo tras otro.
Nació el 28 de diciembre de 1920, siendo la primera y única hija de la princesa Carlota y el príncipe Pierre y hermana mayor del príncipe Rainiero III de Mónaco. Su linaje daba que hablar: descendía por línea directa de una cantante de cabaret y de una lavandera francesa, razón por la cual era considerada una monarca “de segunda línea” y por lo que tampoco sorprende que su debilidad haya sido la misma que caracterizó a gran parte de la monarquía monegasca moderna: la plebe.
Su primer amor: un teniente alemán
Pero Antoinette fue la verdadera pionera de los escándalos en Mónaco, ya que fue la primera royal capaz de tener hijos ilegítimos, urdir varios golpes de estado, ser desterrada y perder al amor de su vida de una forma trágica. Durante la Segunda Guerra Mundial, Antoinette se enamoró de un teniente alemán de la Segunda Guerra Mundial apellidado Winter. La princesa tenía 23 años en ese momento, pero no sería la primera vez que la maldición amorosa de los Grimaldi la alcanzara: Winter fue al frente oriental y nunca más supo de él.
Los intentos por acceder al trono
Pero el protagonista principal dentro de la historia de amores controversiales de la princesa llegaría cuando se le dio por tener un romance con un tenista monegasco que, por cierto, ya estaba casado y tenía un hijo. A Antoinette le dio igual: comenzó su relación con Alexandre-Athenaze Noghès, más conocido por su sobrenombre, Aleco. Con él tuvo tres hijos ilegítimos a los que le dio el apellido Grimaldi, pero ningún puesto en la línea de del trono, hasta que fueron reconocidos para la línea sucesoria del principado en 1951, cuando la pareja se casó.
Con sus hijos ya legítimos y su hermano aún soltero (y sin herederos) Antoinette comenzó su cruzada para convencer al mundo de que ella y su hijo eran los herederos que el principado necesitaba, un plan que se vio truncado cuando Rainero y Grace Kelly se casaron en 1956 y todavía más cuando, dos años más tarde, tuvieron a su hijo Alberto.
Pero la sed de poder de Antoinette no lograría ser saciada, e incluso se vió enfatizada con su segundo esposo: Jean-Charles Rey, quien era presidente del Consejo Nacional de Mónaco y sobre quien se sospechaba estar detrás de las ambiciones de la baronessa al trono de Mónaco. La última conspiración de la Princesa Antoinette tendría lugar en 1962, en el marco de una grave crisis diplomática con Francia, quienes amenazaban con anexionar el diminuto principado si este no accedía a una serie de reformas fiscales. Durante las negociaciones, Antoinette y Jean-Charles se postularon como posible opción afín a los intereses franceses. La pareja llegó a un acuerdo con según el cual ellos asumirían el Trono a cambio de entregar Mónaco a su país vecino. Sin embargo, la princesa Grace tuvo conocimiento de la conspiración de su cuñada a tiempo y pudo evitar que el acuerdo se consumase.