La práctica de fijar precios personalizados según las preferencias y hábitos de los consumidores en la Unión Europea está generando un creciente debate. Según recientes informes, los minoristas en línea utilizan algoritmos avanzados y redes de inteligencia artificial para rastrear el comportamiento de los usuarios y ajustar los precios de productos y servicios de manera específica para cada persona. Esto significa que lo que pagas por un artículo podría ser significativamente más caro que lo que paga otra persona, basado en la percepción de cuánto estás dispuesto a gastar.
"Las empresas de ventas al por menor no solo saben lo que has comprado y cuánto ganas, sino dónde estás, cómo te va el día y cuál es tu estado de ánimo", señala un artículo de Business Insider. Este nivel de personalización en los precios va más allá de las variaciones típicas que afectan a grupos de consumidores; se trata de precios exclusivos para cada usuario. Esta práctica, que está proliferando en sectores como el streaming, la comida rápida e incluso las aplicaciones de citas, podría generar una profunda confusión en los consumidores, que nunca sabrán si están pagando más de lo necesario.
La preocupación por este sistema va en aumento, especialmente porque puede exacerbar la desigualdad socioeconómica. “La fijación de precios mediante inteligencia artificial implica que quienes están más desesperados y son más vulnerables pagarán más”, advierten los expertos. Esta dinámica es comparable a un impuesto regresivo, en el que los que tienen menos terminan pagando más, mientras que los más privilegiados se benefician de precios más bajos.
Ante esta situación, crecen las demandas para que los precios personalizados sean considerados un exceso y se implementen regulaciones que prohíban esta práctica. De no ser abordado, el fenómeno podría tener repercusiones graves en el consumo y, por ende, en la economía, agravando aún más las disparidades sociales existentes.