La gentrificación, un fenómeno que resuena en las principales ciudades del mundo, está transformando barrios deteriorados en áreas codiciadas, pero a un alto costo para los residentes originales. Este proceso, caracterizado por la migración de clases más acomodadas a zonas tradicionalmente menos deseables, está dejando una huella profunda en la estructura social y económica de estas comunidades.
Luis Alberto Salinas Arreortua, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, explica que "la gentrificación es un proceso de reestructuración de relaciones sociales en el espacio", donde sectores con mayor capacidad económica se apropian de espacios urbanos atractivos, desplazando a los habitantes originales. Este fenómeno se observa en ciudades como Nueva York, Miami y Ciudad de México, donde barrios anteriormente empobrecidos se convierten en el epicentro de nuevas construcciones y comercios destinados a personas de ingresos medios y altos.
El caso del barrio Wynwood en Miami es un claro ejemplo de gentrificación básica, donde la demanda de residencias de lujo ha transformado una zona bohemia en un área elitista. Este tipo de desarrollo urbano trae consigo un aumento en los precios de las propiedades y los alquileres, lo que obliga a los residentes originales a abandonar sus hogares. "Por sus limitados recursos económicos, los originarios no pueden continuar con el alquiler allí", subraya Salinas Arreortua.
La gentrificación no solo afecta a las áreas urbanas; también se extiende a zonas rurales. Estos espacios, con su atractivo cultural y natural, se han vuelto imanes para el turismo y la inversión privada, encareciendo el costo de vida para los pobladores locales. Ante esta realidad, se requiere una política de vivienda más equilibrada para mitigar los efectos negativos de la gentrificación y proteger a las comunidades vulnerables.