La timidez es común, pero puede volverse problemática cuando se intensifica. Las personas tímidas suelen sentirse inseguras y vacilantes en situaciones sociales, como reuniones de trabajo o fiestas. A menudo se encuentran diferentes, aisladas y poco participativas. A pesar de sus esfuerzos por ser sociables, ansían que termine la reunión social debido a la incomodidad, el temor a cometer errores y una vergüenza paralizante.
La timidez se desarrolla normalmente en la infancia, con un momento crítico durante la adolescencia, Aunque no hay un único factor que la determine, ciertos patrones educativos pueden fomentarla. La sobreprotección excesiva puede impedir que los niños aprendan a enfrentar problemas, afectando su autoestima. La sobrexigencia genera sentimientos de inferioridad y miedo al fracaso. Además, los pequeños pueden imitar la timidez de sus padres, volviéndose también poco participativos.
Ante esto, para mejorar los vínculos sociales, las personas con mucha timidez deben tomar medidas activas. Primero, establezcan objetivos alcanzables y sean pacientes y optimistas; empezar con metas pequeñas, como hablar por teléfono con un amigo, facilita el proceso. Segundo, eviten rebajarse ante críticas; es importante no dejarse abrumar por emociones negativas y recordar que el rechazo es parte de la vida. Asimismo, dejen de autocrítica excesiva, enfocándose en la autocrítica constructiva en lugar de limitarse por defectos personales.
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Otros consejos es usar técnicas de relajación como yoga o respiración para reducir la ansiedad. También puedes trabajar en la expresión corporal para liberar tensiones y aceptar el miedo al ridículo para sentirse más libre al expresar sentimientos. Por último, para que no te gane la timidez, sal de la zona de confort para enfrentar y superar la parálisis social y, lo más importante, no te olvides de ser auténtico en lugar de disimular para mantener la naturalidad.