Las redes sociales han marcado un punto de inflexión en los vínculos interpersonales, modificando hábitos y conductas en la forma en que las personas se vinculan. Aunque presentan ciertos puntos fuertes, también traen consigo desventajas. Un aspecto notable es cómo la palabra amistad parece haberse desvirtuado; en una red social, cualquiera puede ser "amigo" de alguien, aunque no sea real. Sin embargo, nos hemos adaptado a estos nuevos lazos que surgen en la red mientras evoluciona la tecnología.
Desde siempre, las personas han necesitado socializar para encontrar bienestar, algo que el uso de las redes sociales ha puesto de manifiesto. Estas plataformas han dado a muchos la oportunidad de comunicarse y expresarse, de conocer a gente nueva, emocionarse al leer ciertas cosas, intercambiar opiniones e incluso reencontrarse con alguien a quien el tiempo había alejado. Permanecemos en contacto con amigos o familiares lejanos, pudiendo formar parte de su día a día virtual de alguna manera.
Las redes sociales permiten una interacción que en otro contexto no sería posible. Antes se usaban cartas en papel; ahora, con un simple mensaje de WhatsApp, estamos conectados al instante. Esta inmediatez y la capacidad de comunicación virtual alcanzan a muchos receptores. No obstante, a estas ventajas se suman algunas desventajas. Existe el peligro de deshumanizar estos vínculos, ya que el contacto, las miradas, los gestos y el tacto que se sienten en un encuentro físico quedan sustituidos por una relación mediada por una pantalla. Para ciertas personas con falta de habilidades sociales, esto puede ser una ventaja, ayudándolas a no sentirse solas y a experimentar una sensación de compañía.
Por otro lado, la gestión del tiempo no siempre es adecuada, ya que el uso excesivo de las redes sociales puede llevar a una cierta adicción, distrayéndonos de otras ocupaciones. Se crean escenas extrañas cuando un grupo de personas se encuentra para socializar, y en lugar de interactuar, cada uno está pendiente de su pantalla. Esta situación, que todos hemos presenciado o protagonizado, desvirtúa una relación interpersonal saludable y reconfortante. Dejemos el teléfono a un lado y miremos más a los ojos cuando estemos frente a frente.