El bullying es una problemática que transforma las actividades cotidianas, como esperar el autobús escolar o el recreo en la escuela, en experiencias angustiantes para los pequeños. Este tipo de actos no solo dejan cicatrices emocionales, sino que también, en situaciones extremas, hasta llega a involucrar amenazas o daños físicos. Ante esto, es esencial que los padres tomen medidas para ayudar a sus hijos.
En principio, lo fundamental es hablar sobre el bullying con nuestros hijos, incluso si no parece ser un problema presente, para prepararlos ante cualquier eventualidad. Hay que entender que el bullying va más allá de las típicas bromas infantiles; se manifiesta cuando las burlas se vuelven hirientes, crueles y constantes. Quienes lo ejercen aprovechan un desequilibrio de su par, real o imaginario, para atormentar a sus víctimas.
Es crucial no subestimar las consecuencias que tiene en un pequeño el bullying, ya que esta problemática afecta gravemente su autoestima y seguridad. Tampoco hay que olvidar que, en algunos casos, ha sido un factor en tragedias. Por ello, los padres deben estar atentos a señales de advertencia como cambios de comportamiento, ansiedad, pérdida de apetito o desinterés en actividades que antes le gustaban.
Cuando un niño confiesa estar siendo víctima de bullying, es vital que los padres lo escuchen con calma y le ofrezcan apoyo. Reconocer su valentía al hablar sobre el tema es el primer paso para hallar una solución. Es importante asegurar al pequeño que no está solo y que no es su culpa. Además, los padres deben trabajar con la escuela para abordar el problema, involucrando a maestros, consejeros y, en casos extremos, a las autoridades si la seguridad del niño está en riesgo. Adicionalmente, se debe aconsejar que halle apoyo entre amigos y personas de confianza.
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