Estos últimos años, ha surgido un término curioso en el mundo del cine y las redes sociales: "iPhone face" o "cara de iPhone". Este término se refiere a la sensación de que ciertos actores parecen fuera de lugar en películas históricas debido a sus rostros extremadamente modernos. Este fenómeno ha captado la atención del público y ha generado debates sobre la autenticidad en el cine.
El término "cara de iPhone" apareció por primera vez en 2019, cuando un usuario de Twitter señaló que Timothée Chalamet y Lily Rose-Depp no fueron seleccionados para la película histórica The King, ambientada en la Edad Media, porque sus rostros parecían demasiado modernos. Desde entonces, la expresión se ha utilizado para describir a actores como Dakota Johnson en Emma, Florence Pugh en Mujercitas y Millie Bobbie Brown en Enola Holmes, entre otros. La reciente comedia independiente The Holdovers ha resurgido el debate, con Paul Giamatti comentando sobre su joven coprotagonista, Dominic Sessa: "Mira la cara de este chico. Parece de 1972".
Ahora ha vuelto a resurgir gracias a la última temporada de Bridgerton en donde la actriz que interpretaba a Francesca ha sido cambiada por otra, Hannah Dodd. Los seguidores de esta serie no se mostraron muy contentos con la modificación y han señalado que Dodd no encaja bien en el espacio y tiempo de la serie porque su cara, una "cara de iPhone", solo puede existir en nuestro tiempo. Es decir, sus rasgos no son los de una chica de principios del siglo XIX, donde se ambienta la producción.
La razón detrás de esta percepción se atribuye principalmente a la cosmética y al estilo. Cejas demasiado perfiladas, maquillajes sofisticados, peinados modernos, dientes blanqueados, ácido hialurónico en exceso, son algunos de los factores que contribuyen a la discordancia visual en películas de época. Además, características físicas como la altura y la constitución también juegan un papel importante. Actores como Jacob Elordi, quien es significativamente más alto que el promedio, pueden parecer extraños en roles históricos, lo que añade otro nivel de disonancia.
La industria del cine enfrenta un dilema entre mantener la autenticidad histórica y satisfacer las expectativas estéticas del público moderno. La tendencia hacia rostros idealizados y estéticamente agradables, en gran parte influenciada por las redes sociales, ha llevado a una homogeneización de los actores, haciendo difícil encontrar intérpretes con fisonomías particulares que equilibren la irrealidad de los protagonistas perfectos.
En última instancia, la "cara de iPhone" refleja una tensión entre la demanda de realismo y la estética en la industria cinematográfica. Como señala un artículo de The Daily News: "El blanqueamiento dental, la cirugía plástica, los piercings corporales, el entrenamiento con pesas, la alimentación saludable y el yoga han convertido en un desafío encontrar al intérprete de época perfecto". La pregunta persiste: ¿preferimos una representación histórica precisa o sacrificamos la verdad en nombre de la estética?