La llegada de la menopausia marca una etapa significativa en la vida de muchas personas, a menudo acompañada de desafíos físicos y emocionales. Los sofocos, uno de los síntomas más comunes, llegan a interrumpir el sueño y afectar la calidad de vida. Esta transición es difícil debido a los cambios hormonales, que llegan a generar irritabilidad, ansiedad y otros síntomas incómodos. Entender y gestionar estos cambios es esencial para afrontar esta fase con mayor bienestar y equilibrio.
La premenopausia o perimenopausia comienza alrededor de los 45 años, antes de que se deje de menstruar y llega a durar hasta cinco años. Según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, AEEM, en esta etapa suelen aparecer síntomas vasomotores como sudoraciones, palpitaciones, insomnio, parestesias, cefaleas y vértigos, siendo los sofocos los más comunes. En concreto, el 60% y 80% de las féminas experimentan sofocos y una de cada cinco los padece con mucha intensidad.
En este contexto, para aliviar los sofocos de la menopausia se recomienda vestirse con varias capas de prendas ligeras, permitiendo quitarlas fácilmente cuando se tenga calor. Además, cuidar la dieta es esencial: evitar comidas picantes, cafeína y alcohol reduce el riesgo de sofocos. Es importante también identificar otros alimentos que propicien el calor.
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Adicional a esto, es importante no fumar, ya que el tabaquismo aumenta los síntomas vasomotores. Hacer ejercicios y evitar el sedentarismo también ayuda a reducir las molestias de la menopausia. Aunque estos hábitos suelen ser suficientes, en algunos casos llega a ser necesario valorar un tratamiento con medicación. Los antidepresivos en pocas dosis sirven contra los sofocos y sudoraciones nocturnas. Mientras, la fitoterapia, mediante suplementos de fitoestrógenos, resulta ser eficaz, pero siempre con supervisión médica.