La historia de la princesa Charlène de Mónaco ha estado marcada por una serie de intentos de fuga que han mantenido al mundo en vilo desde su matrimonio con el príncipe Alberto en 2011. Según informes del semanario francés "L’Express", la princesa habría tratado de escapar en tres ocasiones antes de su boda, alimentando así la especulación sobre su situación en el Palacio Grimaldi.
El primer intento de fuga se habría producido en medio de rumores sobre la posible paternidad de un tercer hijo ilegítimo por parte de Alberto. Se especula que Charlène intentó buscar refugio en la embajada de Sudáfrica durante un viaje planeado a París para las pruebas de su vestido de novia.
El segundo intento ocurrió durante el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco, mientras que el tercero fue aún más audaz. Se dice que Charlène reservó un vuelo a Niza con la intención de escapar de la vida con el príncipe Alberto y regresar a Sudáfrica. Sin embargo, su intento fue frustrado cuando fue interceptada en el aeropuerto y se le retuvo el pasaporte, convirtiéndose así en la protagonista involuntaria de una saga digna de una novela de intriga.
La ceremonia de bodas entre Charlène y Alberto estuvo marcada por la tensión y las especulaciones, especialmente en torno a las lágrimas derramadas por la novia mientras se dirigía hacia el altar. Aunque la versión oficial afirmaba que eran lágrimas de felicidad, muchos interpretaron su expresión como un reflejo de su angustia y ansiedad.
Después del "sí, quiero", Charlène y Alberto decidió emprender una luna de miel peculiar: separados. Aunque viajaron a Sudáfrica, optaron por hospedarse en hoteles distintos, lo que refleja la singularidad de su relación y las decisiones poco convencionales que han tomado a lo largo de los años.