La vida de la reina Sofía cuenta con una historia que pocas personas conocen, pero que podría tratarse perfectamente de la trama de una película. Se trata de su romance fallido con el primer hombre que ha amado y que, según explican lo que saben, ha destrozado su corazón.
A finales de la década del 50, los reyes Pablo y Federica de Grecia visitaron Noruega junto a su hija Sofía. Fue allí, en el baile de gala que se ofreció en honor a sus padres, que la por entonces princesa de 21 años conocería a Harald. Nunca se habían visto antes, pero los periódicos de la época hablan de la química que había entre ambos.
Desde ese entonces se sucedieron tantas reuniones como intentos por emparejarlos. A Sofía le gustaba Harald y la reina Federica le encantaba la idea de que su hija se pudiese casar con un Príncipe europeo. La propia madre del rey Felipe narra la situación a Pilar Urbano en su biografía oficial. “Sé que hubo muchos intereses para casarnos, se provocaron encuentros, se hicieron cábalas… Pero el resultado de ese emparejamiento forzoso fue nulo”, reconoce, sin entrar en detalles.
Y si el resultado fue nulo fue por una sola persona, el propio Harald, que se cansaba de rechazar ese matrimonio. El motivo era uno concreto: él mantenía un noviazgo con Sonia Haraldsen, una hija de comerciantes que había estudiado diseño de moda y que, como toda plebeya, no era del agrado de los reyes. Tan importantes eran sus intenciones de mantener su pareja con esta joven, que el Príncipe rechazó sentarse al lado de Sofía en la boda de los duques de Kent. Una decisión que causó polémica y que terminaría cambiando la historia para siempre, ya que su butaca finalmente sería ocupada por el príncipe Juan Carlos.
La versión económica
Aunque la historia tiene muchos tintes románticos dignos de una película, también cuenta con algunos detalles que podrían llevar todo hacia un lado mucho más tenebroso. Porque la revista francesa Point de Vue señala que sí, que el Príncipe estaba enamorado de Sonia e hizo todo para poder seguir su noviazgo, pero que si el matrimonio con Sofía no se llevó adelante fue por una mera cuestión económica. Según destacan, el rey Pablo I de Grecia solicitó una dote de 50 millones de francos, pero el parlamento solo le otorgó la mitad. Una cifra que no logró convencer al padre Olav, el padre de Harald.