Sin lugar a dudas, Francia es uno de los países que mayores aportes ha realizado al campo de la numismática. Los ejemplares de monedas del país galo suelen caracterizarse por la fineza a nivel estético y, en ciertos casos, por un valor histórico que los convierte en piezas únicas. A continuación, veremos una moneda que es el ejemplo perfecto de ello.
La moneda de 20 francos del año 1868 es una de esas joyas de la numismática que todos los coleccionistas quisieran poseer. Con un diseño bonito, fabricada en oro, y con 6,5 gramos de peso y 21 milímetros de diámetro, esta extraordinaria pieza destaca, ante todo, por su valor histórico.
En su anverso, esta pieza lleva el perfil del emperador Napoleón III, quien supo llevar las riendas de Francia por casi dos décadas, entre 1852 y 1870. Supo ser el último monarca de la nación gala antes de la llegada de la Tercera República, motivo por el cual se ha convertido en una personalidad histórica de peso, lo cual, al mismo tiempo, le proporciona un importante valor simbólico a este ejemplar numismático.
En caso de contar las correspondientes certificaciones y con las condiciones de conservación ideales, esta histórica moneda francesa puede tener un valor de mercado que oscila entre los 2000 y los 3000 euros. Como se puede ver, se trata de una auténtica joya.
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