"Nunca en el mundo de las influencers, marcas y tal se nos verá con los mismos ojos a las influencers que venimos de la televisión", con esta frase, Susana Molina, durante su podcast La Sobremesa, destapó un debate que divide a las redes sociales: ¿se mide con la misma vara a las influencers televisivas que a las orgánicas de Instagram o TikTok?
La charla no tardó en girar hacia Violeta Mangriñán, una figura que parece despertar tanto admiración como crítica. En el clip viralizado, Susana aseguró que muchas marcas y eventos no contarían con Violeta si no fuera por los impresionantes números que ha logrado gracias a su fiel comunidad digital, Melyssa Pinto y Adara Molinero estaban de acuerdo.
"Lo que dicen de Violeta es TAN obvio que la mayoría de sus compañeras no la invitarían si no fuese porque tiene muy buenos números", sentenció un internauta, dando pie a una ola de reacciones que iban desde la burla hasta la reflexión sobre el trabajo de los influencers.
El peso de los números en la cultura influencer
En paralelo a este debate, la vida personal de Violeta Mangriñán ha dado un giro oscuro. La exconcursante de Supervivientes compartió con sus más de dos millones de seguidores que está atravesando uno de los peores momentos de su vida. La pérdida de su abuela y la devastadora DANA han golpeado profundamente su estabilidad emocional.
“No solo por la pérdida de mi iaia ni por la tragedia en mi tierra, sino por muchas otras cosas”, reveló Violeta Mangriñán en Instagram. Mientras intenta mantener su faceta profesional –incluyendo la expansión de su negocio de té matcha y su participación en eventos como los Premios Woman–, también pide paciencia y comprensión a sus seguidores.
El peso emocional de ser Violeta Mangriñán
A pesar de los apoyos y muestras de cariño, el juicio público no descansa. Mientras unos destacan su autenticidad y su capacidad para conectar con su comunidad, otros minimizan sus logros. Este tira y afloja revela una verdad incómoda: en el competitivo mundo de las influencers, los números pueden abrir puertas, pero el respeto de la industria sigue siendo una lucha desigual.
Violeta Mangriñán sigue adelante. Aún con el corazón roto, aprovecha su plataforma para ser honesta y transparente. Quizás ahí radique su verdadera influencia: no en los números, sino en su habilidad para mostrarse humana en un ecosistema que muchas veces busca la perfección inalcanzable.