Con su indiscutible estilo maximalista, la reina Máxima de Holanda se ha ganado a muchos seguidores, pero su última elección de vestuario ha levantado una fuerte polémica. Durante la inauguración de una fábrica de plásticos vegetales en Delfzijl, la consorte llegó con un ostentoso vestido de alta costura de Óscar de la Renta, acompañado de un sombrero mosquetero azul marino y unos pendientes con enormes zafiros. La elección de un look tan fastuoso en un entorno industrial no ha pasado desapercibida, y varios medios, como la revista alemana Bunte, no han dudado en señalar el paso en falso.
La crítica se centra en el contraste entre el lujo de la reina y la realidad de los trabajadores que la rodeaban, todos en monos y cascos de protección. En palabras de Bunte, “probablemente decidió que trabajadores en mono eran la compañía perfecta para lucir un vestido de alta costura”, destacando así un posible distanciamiento entre Máxima y la realidad cotidiana de sus compatriotas.
¿Distracción o extravagancia? El estilo de Máxima en el ojo del huracán
El debate no se limita a una elección de vestuario. Algunos críticos sugieren que Máxima podría estar usando su estilo llamativo para desviar la atención de los recientes escándalos que afectan a la familia real, una teoría respaldada por su uso cada vez más frecuente de sombreros y tocados extravagantes. ¿Será que la consorte recurre a su gusto por lo maximalista para neutralizar las miradas inquisitivas?
Con su estilo inconfundible, Máxima se ha convertido en un símbolo de moda, aunque esta vez su elección ha generado un cuestionamiento inesperado. A medida que su estética sigue polarizando a la opinión pública, queda claro que el debate sobre el rol de una reina en tiempos modernos está lejos de terminar.