Separarse es un proceso difícil, especialmente cuando hay hijos de por medio. La separación no solo implica un cambio en la dinámica de pareja, sino también en la crianza de los hijos, quienes deberán aprender a adaptarse a vivir en dos hogares diferentes. Sin embargo, los padres, cuando se separan, dejan de ser pareja pero siguen siendo papás. Mantener una comunicación abierta y fluida entre los progenitores es crucial para que los niños no sientan que deben elegir "un bando".
Uno de los aspectos más difíciles de la crianza en dos hogares es cómo mantener coherencia en las reglas y los límites. Es fundamental que ambos padres establezcan acuerdos claros sobre los límites y normas que respetarán en sus respectivos hogares. La coherencia en las rutinas diarias es esencial para que los niños se sientan seguros, evitando que experimenten la separación como una disyuntiva o conflicto interno.
Un punto que no debe pasarse por alto es la importancia de que los hijos mantengan ciertos elementos de constancia en ambas casas. Es clave que los chicos tengan objetos que los hagan sentir seguros en ambos hogares, como dos juguetes de apego. Además, es fundamental que los padres mantengan consistencia en los acuerdos previos, como las actividades extracurriculares y los horarios.
La idea de que los padres compartan tareas cotidianas, como buscar a los hijos en la escuela o llevarlos a citas médicas, también refuerza el concepto de que, aunque la pareja se haya separado, ambos siguen presentes en la vida de los niños. Esto les dará la cotidianidad de que no han 'perdido' ningún padre más que otro.
En algunos casos, la separación puede no haber sido en buenos términos, lo que dificulta aún más la comunicación entre los padres. Cuando el vínculo es tensa o inexistente, se sugiere buscar maneras alternativas para mantener la comunicación, como el uso de aplicaciones o incluso un tercero imparcial. Sin embargo, los hijos deben ser protegidos, no se deben usar como intermediarios. Los padres deben esforzarse por evitar que los niños se vean involucrados en conflictos que no les corresponden.
Es común que los niños intenten negociar las reglas, especialmente cuando saben que cada hogar puede tener diferentes normas. Frases como "pero en casa de papá me dejan…" son habituales en este contexto. Los chicos intentan negociar o 'probar' los límites, especialmente en situaciones de separación. Aquí, es esencial que los padres mantengan una postura firme pero comprensiva, explicando que aunque existan diferencias entre ambos hogares, los límites son necesarios para su bienestar y seguridad.