La decisión de tener mascotas en lugar de hijos es una tendencia que va en aumento entre los jóvenes, y no solo en España, sino también a nivel global. El Instituto Nacional de Estadística (INE) de España señala que más del 60% de los jóvenes no planea tener hijos en el corto o medio plazo, y por cada niño que nace en el país, ya hay 1,5 perros. Este cambio refleja una transformación profunda en el modelo familiar tradicional y responde a una serie de factores económicos, sociales y culturales que han moldeado las prioridades de las nuevas generaciones.
¿Por qué tener un hijo cuando puedes tener una mascota?
Es innegable que el coste de criar un hijo es mucho mayor que el de una mascota. La estabilidad económica de muchos jóvenes se ve afectada por empleos precarios y un aumento en el costo de vida, lo cual hace que el proyecto de formar una familia sea visto como un riesgo financiero. En comparación, adoptar un perro o un gato no requiere la misma inversión económica ni el compromiso a largo plazo que implica criar a un hijo. Las mascotas ofrecen la oportunidad de experimentar el cuidado y la responsabilidad sin la carga económica, algo que los jóvenes valoran en medio de la incertidumbre laboral actual.
La conciliación, un reto para las nuevas generaciones
El equilibrio entre la vida laboral y personal es otro factor clave en esta decisión. Hoy en día, las largas jornadas de trabajo y la falta de políticas efectivas de conciliación dificultan aún más el escenario para quienes consideran la maternidad o paternidad. Sin embargo, una mascota permite más flexibilidad y menos exigencias de tiempo, ya que puede ser cuidada en casa y no requiere, por ejemplo, de una baja maternal o de guarderías. Este modelo de “familia multiespecie” no solo se adapta mejor a la vida moderna, sino que también refleja un cambio en las prioridades, donde los jóvenes optan por estilos de vida que les permitan mayor independencia y menos compromisos.
El término “perrhijo” ha ganado popularidad como una forma de describir el papel que las mascotas han adoptado en la vida de los jóvenes. Lejos de ser un fenómeno aislado, este modelo multiespecie es un reflejo de cómo ha cambiado el concepto de familia. Adoptar una mascota es, para muchos, un paso simbólico hacia la responsabilidad, y un compromiso emocional que les permite canalizar su deseo de cuidar sin las presiones tradicionales de la crianza. Además, para algunos jóvenes, este vínculo con las mascotas es un ensayo general de las habilidades de crianza que podrían necesitar en el futuro.
La emancipación tardía: una barrera para la paternidad
La dificultad de emanciparse es otro obstáculo. En España, menos del 20% de los menores de 30 años ha logrado independizarse, según datos de la Unión Europea, lo cual se traduce en una prolongación de los proyectos de vida a largo plazo, como tener hijos. Vivir con los padres hasta bien entrada la adultez puede limitar la toma de decisiones en cuanto a formar una familia, pero permite adoptar una mascota, que requiere menos espacio y menos recursos económicos. Así, las mascotas se han convertido en un símbolo de independencia y una fuente de compañía en un contexto de precariedad.
En definitiva, la elección de tener mascotas en lugar de hijos es una respuesta práctica y emocional a un entorno que ha cambiado radicalmente. Para muchos jóvenes, sus perros y gatos no solo son sus compañeros, sino también una manera de construir un estilo de vida que les permite experimentar el cuidado y el afecto de formas que son más sostenibles y alcanzables en la actualidad.