El mundillo de la numismática tiene como principal atractivo a las monedas antiguas, que destacan por su valor histórico o simbólico. Sin embargo, aquí, como en todo, hay excepciones, pues también hay ejemplares modernos que, por diversos motivos, se pueden convertir en una joya para los coleccionistas. A continuación, una moneda que es el ejemplo perfecto de ello.
La moneda francesa de 10 euros del año 2016 es una de esas piezas que cualquier numismático anhelaría tener en su catálogo. Con 22 gramos de peso y 37 milímetros de diámetro, este ejemplar ha sido fabricada en la Casa de la Moneda de París, como parte de una escasa serie en homenaje a diversas damas que han sido cruciales para la historia europea. Así, destaca por su valor simbólico y por el pequeño número de ejemplares que hay en circulación.
Concretamente, esta unidad rinde homenaje a Matilde de Flandes, quien en el año 1066 se convirtió en la primera reina consorte de Inglaterra desde la Conquista Normanda. Por eso, lleva su imagen en el anverso, y eso es lo que vuelve tan peculiar y única a esta moneda francesa. ¿La conocíais?
El valor de mercado de la moneda de Francia que acabamos de ver, con las condiciones de conservación y certificación adecuadas, oscila entre los 400 y los 600 euros según los sitios especializados. De esta manera, por su historia, por su escasez, y por su bonito diseño, es una de esas joyas con las que cualquiera quisiera contar. ¡A buscarla!
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