Mientras nos acurrucamos en nuestras camas, algunas plantas se preparan para un espectáculo nocturno. El movimiento de las plantas, conocido como "nastia", ocurre en respuesta a estímulos externos. Un ejemplo popular es el trébol de cuatro hojas, que se cierra durante la noche. Esto sería una estrategia para protegerse de los depredadores nocturnos o para maximizar la eficiencia durante las horas de luz.
Aunque no tienen ojos, las plantas son increíblemente sensibles a la luz. El reloj circadiano de las plantas, que determina sus ritmos biológicos, está sincronizado con los ciclos de luz y oscuridad. Algunas flores, como el cactus de la Reina de la Noche, solo florecen en el resplandor de la luna. Esta adaptación les permite atraer polinizadores específicos que solo están activos de noche, como las mariposas nocturnas.
Uno de los casos más intrigantes en el mundo vegetal es el de la Mimosa púdica. Esta pequeña planta, al sentir un estímulo táctil, cierra rápidamente sus hojas como si estuviera "tímida". Los estudios han demostrado que la Mimosa puede aprender y recordar información. Aunque su comportamiento nocturno es menos dramático que su respuesta táctil, esta planta también reajusta sus hojas por la noche con la finalidad de conservar energía y evitar posibles amenazas.
Mientras que estas danzas nocturnas capturan nuestra imaginación, las plantas también están ocupadas realizando otras funciones vitales de noche. La fotosíntesis puede detenerse, pero la respiración continúa, y algunas plantas pueden cambiar la forma en que intercambian gases para conservar agua. La próxima vez que pase una noche tranquila, piensa en el dinámico mundo vegetal que se mueve y se adapta mientras todos duermen.