La ex princesa alemana, Corinna Larsen, ha estado relacionada con varios miembros de la realeza europea, entre ellos Charlène de Mónaco y el príncipe Alberto II. Según se ha sabido, Larsen y Charlène eran amigas cercanas durante una temporada, mientras que con el príncipe Alberto compartió un vínculo laboral y de amistad. Larsen, que ya había establecido contactos con los Grimaldi antes del escándalo de Botsuana en el que se vio envuelto el rey Juan Carlos, se mudó a un dúplex en Montecarlo, donde además de vivir, ofrecía asesoramiento puntual a cualquier royal que lo necesitara.
El vínculo entre Larsen y Alberto II se remonta a los años 80, cuando se conocieron en uno de los bailes de la Rosa. En 2010, Larsen se convirtió en la consejera de negocios del príncipe y lo ayudó a atraer a inversores multimillonarios rusos al principado. Además, Larsen consiguió el puesto de asesora de la princesa Charlène, para ayudarla en su papel como consorte del príncipe regente en Mónaco.
Según algunos informes, la amistad entre Larsen y la pareja principesca de Mónaco fue la razón por la que ningún miembro de la familia real española asistió a la boda de Alberto y Charlène. Los Borbones se negaron a coincidir con Larsen, quien era una de las invitadas. Aunque su vínculo con los Grimaldi parecía sólida, todo cambió cuando se hizo público el escándalo de corrupción del rey Juan Carlos, del que Larsen había sido cercana.
El rol del rey Juan Carlos I
La vida de Corinna Larsen ha estado llena de contactos en las altas esferas del poder, en especial en Rusia, donde se le relaciona con el ministro de Finanzas de Vladimir Putin, Alexei Kudrin. A pesar de sus conexiones, su conexión con la realeza europea se ha visto afectada por el escándalo del rey Juan Carlos. La amistad con Charlène y Alberto se enfrió, y Larsen se ha visto obligada a enfrentar una batalla legal contra el exmonarca español por presunto espionaje y amenazas.