Día triste para la historia del cine. Hace algunas horas, la agencia de noticias ANSA informó el triste adiós de Ginna Lollobrigida. La actriz tenía 95 años y se encontraba pasando por un muy mal momento de salud desde el pasado mes de septiembre, cuando habría sido ingresada a un hospital de Roma por una fractura de fémur, una situación que finalmente no pudo superar.
Su última aparición publica se había producido poco antes del accidente que terminó costándole su salud. En los últimos días de agosto, Ginna Lollobrigida anunció que tenía intenciones de aspirar a un cargo político en Italia, su país natal. En aquel entonces aseguró estar "cansada de los políticos que discuten y no llegan a nada" y afirmó que su inspiración era Gandhi.
Un año antes, su único hijo había intentado incapacitarla legalmente y esta era una manera de demostrar que estaba equivocado, que a pesar de la edad no pensaba detenerse ante nada ni nadie. Se trataba, entonces, de un último intento por cambiar por las cosas, por seguir siendo relevante y aportar algo.
Sin dudas se trata de una pérdida muy triste, de una persona que nunca quiso que la edad significara un límite para lo que podía hacer. Ginna Lollobrigida se despide de este mundo, pero lo hace con la cabeza en alto, con su nombre inmortalizado y con la seguridad de que ha dado todo lo que podía darle a esta vida.