La indefensión aprendida es un fenómeno psicológico que afecta tanto a las personas que lo padecen como a las relaciones que tienen con los demás. Se trata de una condición en la que, tras experimentar situaciones negativas que no pueden controlar, la personas sienten que son incapaces de cambiar lo que sucede, aunque en realidad sí tienen la capacidad de hacerlo.
Una de las principales consecuencias de la indefensión aprendida es la sensación de impotencia ante conflictos cotidianos, lo que puede llevar a evitar enfrentarse a los desafíos propios de una relación. Las personas que la experimentan tienden a asumir que no pueden influir en las situaciones que viven, por lo que es común que se queden estancadas en relaciones tóxicas o insatisfactorias.
Para superar este estado y evitar que termine afectando a las relaciones interpersonales, es crucial identificar los momentos en los que se siente falta de control. Reconocer estas emociones es el primer paso para recuperar la capacidad de influir en lo que sucede. Además, debes plantearte pequeños objetivos, como mejorar tus habilidades personales y buscar el apoyo de un entorno positivo.
Por último, la psicoterapia es un buen recurso para trabajar las raíces de la indefensión aprendida. A través del acompañamiento de un profesional, es posible desarmar los bloqueos que impiden actuar y construir relaciones más saludables y satisfactorias. Además, te ayudará a cambiar la perspectiva sobre tus problemas y aprender a enfrentar los desafíos diarios.
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