El estrés no solo afecta el bienestar emocional y físico, sino que también puede reflejarse en el rostro. Esto se debe al aumento prolongado del cortisol, la hormona del estrés, que puede generar cambios visibles en la apariencia facial de las personas. Este fenómeno, conocido como "cara de cortisol", es consecuencia de niveles altos y sostenidos de esta hormona en el cuerpo.
Cuando el cortisol se mantiene elevado por un tiempo prolongado, como ocurre en situaciones de estrés crónico, puede producir una acumulación de grasa en el rostro, causando lo que se conoce como "cara de luna llena". Además, puede generar retención de líquidos, lo que acentúa la hinchazón en el área de los ojos, dando una apariencia cansada.
También es común que aparezcan brotes de acné debido al aumento en la producción de sebo, así como una piel más grasa. Aunque el impacto del estrés no se limita solo a la acumulación de grasa o la hinchazón, sino que también puede llevar a una pérdida de elasticidad en la piel. Esto sucede porque los altos niveles de cortisol deterioran el colágeno, haciendo que el rostro luzca más envejecido y propenso a las arrugas.
Para revertir los efectos del cortisol en el rostro, hay que tratar la causa que genera el estrés. Esto se puede llevar a cabo adoptando técnicas de relajación y una mejor gestión del estrés, hasta intervenciones médicas en casos más graves, como el síndrome de Cushing. Lo importante es entender que estos cambios en el rostro no son meramente estéticos, sino que también hablan de un desequilibrio hormonal que puede afectar la salud general.
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