La exfoliación de la piel es un paso fundamental para mantenerla sana y radiante. Si alguna vez te has preguntado por qué tu piel no luce como quisieras, puede ser que estés omitiendo este importante proceso. Nuestro cuerpo no tiene la capacidad de eliminar por sí solo las células que ya hayan cumplido su función, por lo que es necesario recurrir a este paso para mantener una piel saludable.
Si no exfoliamos la piel, los poros se tapan, impidiendo que absorba los nutrientes necesarios y volviéndose áspera y sin brillo. Por eso, debemos realizarla porque limpia profundamente los poros, ayuda a eliminar el exceso de grasa y renueva las células. De esta manera, la piel se mantendrá hidratada, nutrida y con un aspecto más saludable y luminoso.
Una piel más lisa y brillante es uno de los beneficios de una correcta exfoliación. Las manchas y cicatrices en el cutis tienden a suavizarse, logrando una apariencia más uniforme y natural. Además, al eliminar impurezas, los cosméticos que apliques después de exfoliar penetrarán mejor, lo que hará que tu piel luzca más fresca y natural.
Para realizar una exfoliación perfecta, es recomendable primero desmaquillar con una leche limpiadora, aplicar un tónico facial y luego realizar este proceso. Una vez hecho esto, se retira el exceso con agua tibia y se seca suavemente con una toalla. Por último, no olvides utilizar una crema hidratante adecuada para tu tipo de piel. Siguiendo estos pasos, tu piel estará radiante y bien cuidada.
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