Un tatuaje se concibe como una obra de arte permanente en la piel, pero, con el tiempo, los colores pueden desvanecerse y las líneas finas volverse borrosas. Factores como la calidad de la tinta, la salud de la piel, la fricción y la exposición al sol ocupan un papel crucial en la velocidad con la que un tatuaje se deteriora. Afortunadamente, existen maneras de retardar este proceso y mantener tus tatuajes frescos y vibrantes por más tiempo.
La protección solar es fundamental para prevenir tanto enfermedades, así como también la decoloración acelerada de los tatuajes. Los expertos recomiendan usar protector solar de al menos SPF 30 o más y, si es posible, cubrir los tatuajes cuando estén expuestos al sol. Mantener la piel hidratada también es clave; productos como la manteca de cacao, rica en ácidos grasos y vitaminas E y K, son muy efectivos para prevenir el envejecimiento de los tatuajes.
Además de protegerse o evitar el sol, e hidratar la piel, hay algo más para tener en cuenta: el láser de depilación daña los tatuajes. Por eso, si el diseño se halla en una zona que normalmente depilemos con esta técnica, deberíamos pensar seriamente en pasarnos a otros procedimientos menos perjudiciales.
Finalmente, la longevidad de un tatuaje también depende del diseño y la aplicación inicial. Es importante hablar con tu artista sobre la longevidad del diseño y la ubicación antes de entintarlo. Los retoques son una realidad inevitable; si tu tatuaje ha perdido su vitalidad o las líneas negras se han extendido y parecen borrosas, es hora de un ajuste para que vuelva a lucir como nuevo.