A principios del siglo XIX, un pedagogo oriundo de Francia decidió incorporar los Juegos Olímpicos como una nueva manera de promover la paz y la cooperación de todos los países del mundo a través del deporte. Con ese lema, el Comité Olímpico Internacional comenzó a organizar este evento deportivo para celebrar la cooperación y el respeto que existe entre todos los invitados.
Sin embargo, la historia de este evento no solo nos remonta a competiciones deportivas, sino que también durante el desarrollo de los mismos han sucedido algunas vinculaciones sentimentales. Un ejemplo de esto ocurre con el romance de Carlos Gustavo de Suecia y Silvia Sommerlah, quienes fueron partícipes de un acercamiento en los Juegos Olímpicos de Alemania en el año 1972, que continúa en la actualidad.
Lo cierto es que ellos no han sido las únicas personalidades de la realeza en formalizar un romance durante el transcurso de los Juegos Olímpicos. Esto se debe a que Federico de Dinamarca y Mary Doneldson cruzaron sus primeras palabras en la ciudad de Sidney en el año 2000, dentro de un local donde solían asistir quienes estaban en el evento deportivo más importante a nivel global.
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Por último, y el más reciente de este tipo de acercamientos sucedió entre los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco, quienes confirmaron su romance en medio de los Juegos Olímpicos de invierno que se realizaron en Turín en el año 2006. Si bien comenzaron su noviazgo seis años antes, los príncipes enseñaron todo su cariño frente a la prensa y ante la atenta mirada de más de cuarenta mil personas que estaban presenciando las competencias.