En un mundo regido por mensajes instantáneos, videos cortos y la inmediatez de las redes sociales, leer y escribir bien se han convertido en habilidades cada vez más raras. Mientras los algoritmos priorizan imágenes, audios y emojis, la capacidad de procesar un texto largo o estructurar una idea compleja parece estar desapareciendo. Pero, ¿cómo llegamos aquí y por qué deberíamos preocuparnos?
¿Qué está pasando con la lectura profunda?
La lectura crítica y reflexiva está siendo desplazada por un consumo acelerado de información. Según un informe de Pew Research Center, el tiempo promedio que una persona pasa leyendo textos largos en internet se ha reducido drásticamente en la última década. Esto se traduce en una menor capacidad para comprender ideas complejas o evaluar argumentos en profundidad.
Las redes sociales, por otro lado, fomentan una interacción superficial: el scroll infinito y los titulares diseñados para captar clics impiden que nos detengamos a leer con detenimiento. En plataformas como TikTok, donde la creatividad audiovisual predomina, el texto se vuelve decorativo o innecesario.
Escribir, ¿para qué?
Escribir bien tampoco es prioridad en la era digital. Enviar mensajes con abreviaturas, emojis y notas de voz se ha normalizado, dejando poco espacio para la práctica de la escritura formal o creativa. En el ámbito laboral, esta carencia tiene consecuencias. De acuerdo con un informe de The Literacy Trust, el 44% de las empresas consideran que sus empleados tienen problemas para redactar de manera clara y efectiva.
Además, escribir bien no solo es una herramienta comunicativa, sino también un ejercicio cognitivo que fomenta el pensamiento crítico y la creatividad. Sin embargo, cada vez menos personas dedican tiempo a perfeccionar esta habilidad.
¿Por qué necesitamos recuperar estas habilidades?
Leer y escribir son pilares fundamentales de la cultura y el aprendizaje. Sin estas habilidades, corremos el riesgo de perder la capacidad de analizar el mundo que nos rodea. Leer bien nos ayuda a distinguir entre información verdadera y falsa, mientras que escribir bien nos permite expresar ideas con claridad y persuasión.
El autor David Foster Wallace defendía que la lectura profunda es un acto de resistencia en una sociedad saturada de distracciones. Según Wallace, sumergirse en un texto largo nos obliga a enfrentarnos a ideas incómodas y a expandir nuestra perspectiva, algo que no se logra con un video de 15 segundos.
Cómo recuperar estas habilidades
Establecer hábitos de lectura: Dedicar al menos 15 minutos al día a leer libros o artículos en profundidad puede marcar la diferencia.
Escribir a mano: Aunque parezca anticuado, escribir en papel fomenta la concentración y la organización de ideas.
Practicar la escritura creativa: Crear historias o escribir ensayos breves ayuda a desarrollar habilidades narrativas y argumentativas.
Desconectarse de la inmediatez: Reducir el tiempo en redes sociales permite enfocarse en actividades intelectuales más profundas.
En una era donde las distracciones están a un clic de distancia, leer y escribir bien son actos revolucionarios. Recuperar estas habilidades no solo enriquece nuestra vida personal y profesional, sino que también nos convierte en ciudadanos más críticos y comprometidos con el mundo que nos rodea.