El próximo 12 de diciembre, The Game Awards 2024 volverá a reunir a millones de espectadores para celebrar lo mejor del año en videojuegos. Más que un simple show de premiaciones, este evento refleja cómo los videojuegos han dejado de ser una actividad marginal para convertirse en un eje cultural, especialmente para las generaciones más jóvenes. Gen Z y Gen Alpha no solo son entusiastas de este mundo; son quienes lo impulsan, lo moldean y lo llevan a nuevas dimensiones.
Hablar de videojuegos en la vida de los más chicos es también hablar de identidad, conexión y expresión. Según un estudio de Newzoo, el 40% de los jóvenes encuentra más fácil mostrar su "yo auténtico" a través del metaverso que en el mundo físico.
Su avatar no es solo un personaje; es una versión de ellos mismos que lleva puesta su valentía, creatividad y estilo. Para muchos, lo que visten sus personajes virtuales influye directamente en cómo se ven a sí mismos en el espejo.
Mucho más que un hobby
¿Cómo interpretamos esta relación casi simbólica entre los videojuegos y los más jóvenes? Algunos podrían llamarlo escapismo, pero eso sería simplificar demasiado. Para los jugadores de Gen Z, el gaming es su forma de conectar, desconectar y construir puentes entre mundos que antes parecían opuestos.
La consola es una herramienta de socialización tanto como una de entretenimiento. Y aquí no hablamos solo de disparar o correr: los videojuegos hoy cuentan historias complejas que rivalizan con el mejor cine o la literatura. Títulos como Final Fantasy VII Rebirth o Senua’s Saga: Hellblade II son claros ejemplos de narrativas inmersivas que exploran desde dilemas existenciales hasta la salud mental.
El gaming también desafía prejuicios. Durante años se acusó a los videojuegos de fomentar aislamiento o de ser "una pérdida de tiempo". Sin embargo, las estadísticas dicen lo contrario: el 87% de los jóvenes que se identifican como gamers juegan regularmente, pero también socializan a través de sus partidas. Los esports, los streams y las comunidades virtuales son espacios donde las barreras físicas se disuelven y la colaboración se convierte en el motor del juego.
Un espacio para crecer
Lo que hace única a esta generación es su capacidad de integrar lo virtual en su vida diaria sin perder su esencia. Para ellos, los videojuegos son tan importantes como la música o el deporte lo fueron para generaciones anteriores.
Este escenario no solo redefine el entretenimiento, sino también cómo nos entendemos como sociedad. Quizá la pregunta no sea si los videojuegos tienen un impacto positivo o negativo, sino cómo podemos aprender de esta nueva forma de expresión.
Cuando The Game Awards celebre a lo mejor del año, también estará premiando a toda una generación que ve en el gaming algo más que un simple pasatiempo. Es una forma de vivir, conectar y soñar.