Adiós a la tiranía del canon de belleza único, bienvenidos a la era de la multipresión estética. Lo que en un momento se vislumbró como un avance hacia la aceptación de diferentes cuerpos y estéticas ha resultado ser un laberinto de microcánones, a veces contradictorios, que ejercen aún más presión sobre la imagen corporal. Antes, la delgadez extrema era el único camino a la aprobación social, pero hoy en día, si bien se promueve una supuesta diversidad, esa diversidad está cuidadosamente encuadrada entre lo "curvy" y lo "healthy". Ser saludable se ha convertido en el nuevo disfraz de la obsesión por el físico, y la presión no ha disminuido; solo ha cambiado de forma.
Una de las nuevas normas no escritas es la del cuerpo tonificado. La idea de estar "fit" y saludable ha tomado fuerza, pero con un claro enfoque en la apariencia física, en lugar de priorizar verdaderamente la salud. Lo "natural" ha dejado de ser algo que aceptamos tal cual; ahora ser naturalmente perfecto es el estándar, un estándar que muchas veces implica procedimientos quirúrgicos o un régimen extenuante de ejercicios.
Sin embargo, la contradicción es clara: si decides operarte, es mejor que no lo digas; si te obsesionas con el gimnasio, no lo muestres demasiado. Todo tiene que parecer fácil, orgánico, como si hubieras nacido así. Esta aparente naturalidad es, en muchos casos, una fachada, y quien lo logra debe navegar entre ser aceptado y no ser criticado por ser "artificial".
Y no hablemos de la cara. La cara de Instagram es la nueva norma no oficial: pómulos elevados, labios gruesos, nariz pequeña. Los filtros han estandarizado tanto las características faciales que muchas personas buscan replicar esa imagen digital en la vida real. El problema es que si te asemejas demasiado a este estándar, también recibirás críticas por no ser lo suficientemente "único". La búsqueda de la belleza perfecta es cada vez más exigente, y los rostros comienzan a perder su individualidad.
Finalmente, no podemos olvidar el canon que se mantiene firme a través de los años: la juventud eterna. En esta era de avances tecnológicos y estéticos, se ha popularizado la idea de una juventud que se puede "mantener" a base de tratamientos de belleza, rutinas de cuidado de la piel y procedimientos no invasivos. La obsesión por la juventud sigue ahí, solo que ahora parece ser más accesible, pero a la vez, más exigente.
Así, lo que parecía una liberación del viejo canon de belleza se ha convertido en un nuevo campo de batalla, donde cada vez es más difícil escapar de las presiones estéticas que dictan quién y cómo debemos ser. Lo curioso es que, en este mar de microcánones, la naturalidad ha pasado a ser una ilusión más a la que aspirar.