Moo Deng no es un hipopótamo cualquiera, es un hipopótamo pigmeo que vive en un zoológico en Tailandia. Su nombre se traduce como "cerdo saltarín", lo que ya nos da una idea del nivel de adorabilidad que ofrece este animalito. En redes sociales, es parte de lo que muchos han bautizado como la "trinidad sagrada" de los animales virales, junto a Pesto el pingüino y Biscuits la foca (o Hua Hua, el panda en forma de onigiri, según a quién le preguntes).
Lo curioso es que no es solo su redondez lo que atrae a millones de seguidores en TikTok y otros rincones de internet, sino la devoción que ha generado. Hay quienes viajan desde el otro lado del mundo solo para ver a Moo Deng en persona, como es el caso de Molly, una creadora de contenido que se describe como "entusiasta de los animales". Molly no solo ha cruzado continentes para conocerlo, sino que volvió por una segunda dosis de hipopótamo virulento, porque parece que con Moo Deng, una visita no es suficiente.
¿Pero por qué la gente haría todo esto? Es simple: estamos en una época donde el caos político y social parece abrumarnos, y ver a un hipopótamo feliz, gordito y disfrutando de la vida es el tipo de escapismo que todos necesitamos. Tal vez, después de tanto doomscrolling, las personas solo quieren cosas lindas que les den un respiro mental. Además, ¿quién no querría acumular unos cuantos likes mostrando su selfie con el viral Moo Deng?
Eso sí, no todo es tan bonito en el mundo de los animales virales. Hay quienes advierten sobre los peligros de convertir a estas criaturas en sensaciones de internet sin pensar en el impacto real. Zoologistas como Hassan Bayyan nos recuerdan que, aunque es genial que estos animales se hagan famosos, debemos asegurarnos de que no los explotemos por un par de vistas más. Es una línea delgada entre educar sobre la importancia de estas especies y convertirlos en herramientas para ganar seguidores.
Moo Deng es mucho más que un meme viviente. Es una muestra de lo que internet es capaz de hacer cuando se trata de encontrar algo adorable. Pero la verdadera pregunta es: ¿cuánto estamos dispuestos a pagar por esos momentos virales? Como todo en la vida, quizás lo importante no sea solo ver a Moo Deng en persona, sino recordar que detrás de esos likes hay un animal que también merece respeto y conservación.