En 1971, Raphael persistía en negar cualquier vínculo con la nieta del Conde de Romanones y periodista, Natalia Figueroa. A pesar de los rumores y las evidencias de su cercano vínculo, el famoso cantante desmentía su enlace con la aristócrata. Juntos compartían secretos y confidencias, ella incluso lo acompañaba a grabaciones de sus temas, gestos que intrigaban a la prensa. Lo que comenzó como una negación de romance pronto se transformó en la organización de una boda secreta que, inevitablemente, se convertiría en el centro de atención de todas las revistas.
Natalia Figueroa, proveniente de la alta sociedad y con aspiraciones periodísticas, presentaba habilidades destacadas en la escritura y la comunicación. Mientras tanto, Raphael, oriundo de Linares, llegó a Madrid con la determinación de triunfar como artista, superando sus humildes orígenes en barrios obreros. Su talento para el canto lo llevó a presentarse en el festival de Benidorm, donde el jurado vislumbró su potencial estelar.
Aunque Natalia había sido vinculada anteriormente con hombres como el actor Vicente Parra, su vida sentimental estaba envuelta en misterio. Raphael, por su parte, mantenía en secreto cualquier vínculo romántico. Sin embargo, en 1968, estos dos mundos aparentemente opuestos se cruzaron, convirtiéndose en buenos amigos y eventualmente en pareja. A pesar de sus desmentidas y negaciones en 1971, los novios ya estaban ultimando los detalles de su boda secreta.
El secreto que Raphael y Natalia Figueroa no pudieron mantener oculto
Los preparativos de la boda develaron su intención de mantener la ceremonia en secreto absoluto. Invitaron a sus allegados al aeropuerto de Madrid sin anunciar el destino real. Fue en julio de 1972 cuando Raphael y Natalia, junto con sus desconcertados invitados, volaron a Venecia para celebrar la unión en la iglesia de San Zacarías. Con 51 años de matrimonio a cuestas, la pareja ha logrado mantener su unión afianzada y resistente al paso del tiempo.