Sin dudas, las joyas representan todo un sinónimo de elegancia y autoridad en lo que respecta a las coronas del mundo entero. La creación de estas piezas únicas conlleva establecer un precio en el mercado para personas de elite o aquellos coleccionistas que están dispuestos a hacer lo que sea por quedarse con una de estas piezas. Sin embargo, en ellas se esconden historias que pasan de generación en generación y que hacen que aumente su valor. En este sentido, uno de los integrantes de la familia real que más se destaca por su amplia gama de diseños es la reina Letizia.
Tiaras, collares, relojes, pulseras, pendientes, brazaletes y broches son los que se puede apreciar en cada aparición pública que hace la reina Letizia como así también en las presentaciones más importantes de la realeza y los reinados. Entre los ejemplares más lujosos, se destaca la corona "Flor de Lis" de Su Majestad. Esta reliquia data de 1906 cuando Alfonso XIII la mandó a construir especialmente para su esposa Victoria Eugenia de Battenberg. Allegados al palacio de Zarzuela aseguran que es denominada como "la tiara buena".
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Dado que la corona nacional no cuenta con joyas oficiales debido al incendio del Real Alcázar en el siglo XVIII, la reina Letizia -como otras royals del palacio real- heredaron alhajas de otras monarcas. De esta manera, la nieta de la reina Victoria desembarcó en Madrid y decretó que sus herederos les ofrezcan a sus esposas e hijas estas reliquias de la dinastía para adornar su físico y agasajar a las futuras sucesoras del trono.
El lote que recibió la reina Letizia
En la invaluable herencia que recibió la reina Letizia se destacan también la tiara del Laurel, la de Perlas, la denominada "la Chata", una diadema Melleiro, pendientes de diamantes gruesos, un collar de chatones y otro de perlas y esmeraldas -entre otras piedras preciosas-. Por su parte, cabe destacar que el rey Felipe VI, con motivo de celebrar su quinto aniversario, le obsequió a su amada una diadema exclusiva creada por una de las joyerías más caras de país.