La reciente aparición pública de Irene de Grecia ha suscitado preocupaciones sobre su estado de salud. A sus 82 años, la princesa griega, siempre leal a su hermana, la reina Sofía de España, ha alarmado a todos por sus signos visibles de deterioro.
En su último viaje a la isla de Creta para la inauguración de la exposición 'Picasso en Creta: La alegría de vivir', Irene de Grecia fue vista en una silla de ruedas, lo que ha generado inquietud entre quienes la siguen de cerca. El evento, presidido por la reina Sofía en el Museo de la Antigua Eleuterna, fue una ocasión especial que simbolizó la unión cultural entre Grecia y España, países con significativos lazos personales e históricos para la familia real.
Sin embargo, la presencia de Irene de Grecia, en una condición claramente debilitada, contrastó notablemente con la de su hermana, quien recientemente superó una infección que la llevó al hospital. Pero lo más alarmante fue cuando la princesa abandonó el evento antes de que concluyera, dejando a la reina Sofía a cargo de los últimos actos oficiales, incluido un concierto del cantante Giorgos Dalaras que puso fin a la jornada cultural.
Esta aparición ha encendido las alarmas sobre la salud de Irene de Grecia, una personalidad que, a pesar de su edad avanzada, ha sido un pilar inquebrantable al lado de su hermana. Y es que su evidente fragilidad en esta ocasión ha hecho que muchos se pregunten sobre el futuro inmediato de la princesa.