Está claro que la unión matrimonial de los integrantes de cualquier monarquía de Europa siempre es un tema de conversación que supera las fronteras y que queda guardado en la memoria colectiva. Pero en el caso de la boda de Charlene de Mónaco y Alberto II, decir que hubo algunas controversias es quedarse corto y faltarle a la verdad.
Puede que muchos no conozcan la historia detrás de la boda de Charlene de Mónaco y Alberto II, pero ciertamente es un relato que vuelve a hacerse popular en cada uno de sus aniversarios, tanto por su importancia para la corona como por las polémicas que hubo alrededor ese día. Y es que algunas escenas parecieran no pertenecer a un día de festejo y celebración del cariño entre dos personas, sino más bien a un día triste y de luto.
No es para menos: es que Charlene de Mónaco llegó al altar con lágrimas en sus ojos, lágrimas que no parecían ser de felicidad, sino más bien de tristeza. Muchos especialistas en la monarquía aseguran que este llanto sucedió al despedirse la princesa de su vida anterior como deportista olímpica, así como del entendimiento de todas las obligaciones nuevas que estaría tomando al casarse con Alberto II.
Pero eso no fue lo único que habría hecho llorar a Charlene de Mónaco en su boda con Alberto II. Según diversas fuentes, la tensión se debía a que había intentado huir en reiteradas ocasiones, al recuerdo de que su marido tenía dos hijos ilegítimos, las críticas que recibieron por su diferencia de edad y tantas otras cosas más que resultaron en el agobio de la dama el día más especial de su vida.
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