¿Cómo lograr una casa minimalista que no resulte fría ni incómoda? La respuesta la encontramos en el arquitecto Bruno Pessoa, de Studio Ark, quien junto a su pareja, transformó su vivienda de 157 metros situada en Brasilia en un refugio de elegancia y funcionalidad. Este proceso implicó la creación de 13 diseños hasta que quedaron satisfechos con el plano final.
El proyecto se centró en ampliar la zona social, unificando el espacio de la televisión, el salón, el comedor y la cocina. En el interior de la casa, un espejo de suelo de Léo Romano destaca en la recepción, creando un reflejo sorprendente del aparador con una obra de Galeno. Sobre el espejo, una escultura de Eduardo Sued complementa la atmósfera, su transparencia en acrílico evoca la naturaleza visible a través de las ventanas. Un sofá isla se convierte en el elemento divisor que permite que todos los espacios se conecten.
El modernismo es una constante en la decoración de esta casa, con muebles y obras de arte que se comunican entre sí. Los sillones Adriana de Jorge Zalszupin, tapizados en un vibrante azul, destacan junto al panel de la Fundación Athos Bulcão. La mesa de comedor redonda invita a la conversación, rodeada de las sillas Fina de Zanini de Zanine.
La cocina presenta una isla con fregadero de Corian y platos decorativos de Fornasetti, mientras que el dormitorio principal de la casa cuenta con un cabecero de latón de cinco metros de largo. La vivienda también incluye un baño en blanco y azabache, el cual añade un toque de elegancia atemporal.
La estética minimalista toma inspiración del zen, interpretando el factor energético de los objetos que nos rodean, y persigue la creación de ambientes que promuevan la serenidad y el bienestar. Se distingue por su simplicidad, las líneas depuradas y una paleta monocromática donde el color, la luz natural y los muebles funcionales en el interior de la casa desempeñan un papel esencial.