Desde que Marta Ruimbau comenzó a incursionar en el mundo de la web 2.0, su carrera como influencer ha ido en ascenso. Aprovechando el boom de las redes sociales, supo capitalizar a la perfección su imagen y reunir la cantidad de seguidores necesarios para imponerse en el mundo virtual. Tanto es así que, juntó moneda por moneda y compró una casa de ensueños valuada en casi un millón de euros para compartir con su novio, Diego Matamoros.
Fiel a su estilo característico, tanto la creadora de contenidos como Diego Maremotos compartieron imágenes en sus cuentas de Instagram en la que dejaron ver el interior del maravilloso y amplio chalet. Una noticia que estaban esperando desde octubre cuando la novia del hijo de Kiko Matamoros compartió los avances de su nuevo hogar junto con la emoción que eso conllevaba. Según informó el diario ´El Español´ los detalles del inmueble son dignos de admirar: "El chalet consta de una parcela de 1.470 metros cuadrados, con una vivienda de 258 metros distribuidos en dos plantas. El exterior en blanco, con planta cuadrada y ventanales verticales que aportan luz".
Por su parte, Diego Matamoros pudo poner todo su ímpetu en la confección de los interiores ya que sacó a relucir su afición como diseñador de ambientes. Así lo expresó en una publicación en la que enseñó su escalera de vanguardia en tonalidad gris topo. "Nosotros hemos decidido crear juntos nuestro hogar, nuestra vida y nuestra felicidad y la primera piedra empieza aquí", escribió en la famosa red social de la camarita.
Las líneas rectas y el microcemento son las características que más resaltan en los materiales escogidos para recubrir los suelos de la casa. A su vez, los muebles están vestidos de blanco y los sillones son mullidos para aportar un poco de color y calidez al hogar. Finalmente, ni Diego Matamoros ni su reconocida novia han dudado de sumergirse en la lujosa piscina pese a las bajas temperaturas, por lo que esperar al verano no era una opción para ellos. "¡Si tu saltas, yo salto!", dijeron orgullosos del esfuerzo colectivo que hacen a diario para regocijarse de su magno nidito sentimental.