Luego de meses complicados, el rey Felipe VI, podríamos decir, atraviesa una etapa de relativa tranquilidad en su vida. Tanto a nivel privado como en el ámbito de las cuestiones institucionales, el jefe de Estado, de alguna manera, se siente renovado. ¿Queréis saber de qué se trata?
Pues bien, a nivel personal, don Felipe siente felicidad por la etapa actual de la princesa Leonor, y, además, se siente en calma luego de que su matrimonio con doña Letizia se viera amenazado por la crisis generada tras el caso Jaime del Burgo. Como padre, el rey está feliz de poder ver el crecimiento de su primogénita, buscando estar cerca de ella y acompañarla en cada paso, porque, en última instancia, él ya ha vivido todo lo que le toca vivir a su hija. Como esposo, el final de las turbulencias que complicaron las cosas entre él y la reina consorte son una satisfacción. Hoy, la paz reina en Zarzuela.
Pero eso no es todo. A nivel institucional, en las últimas semanas, el estilo de liderazgo de don Felipe ha mutado bastante, de la formalidad a la relajación y la cercanía. Quizás, siguiendo los consejos o el ejemplo de su esposa, el monarca ha atenuado su apego a los protocolos. Por ejemplo, en su reciente visita a los Países Bajos, sus visibles conversaciones amistosas con su par, el rey Guillermo, o el gesto de tomar por la cintura a su esposa en determinado contexto, han dado cuenta de esto.
De esta manera, el rey Felipe VI luce renovado. El hijo del rey emérito Juan Carlos está transitando una etapa de mayor tranquilidad en su vida, con equilibrio entre los distintos planos, y un estadio de paz que, de una u otra manera, se volvía imperiosamente necesario luego de meses con ciertos problemas.
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