La noticia sobre el ingreso de la reina Sofía al hospital ha generado mucha preocupación. Una situación que causó que desde el Palacio de la Zarzuela decidieran despejar todo tipo de dudas y de inmediato emitieran un comunicado en el que se informaba que su estado de salud era óptimo y que su evolución se mantenía rápida y favorable. Sin embargo, a pesar de ese optimismo, existen algunos indicios que, sin dudas, pueden encender algunas alarmas.
El primero de ellos es el hermetismo que existe alrededor de lo sucedido. El miércoles llegó el primer y único comunicado al respecto y aunque intentó aclarar las cosas, dejó muchas preguntas en el tintero. De la misma forma, cada día que la reina Sofía pasa sin el alta médica hace creer que la situación puede ser un poco más compleja de lo que se esperaba y que el diagnóstico oficial, el de una infección urinaria, comience a pensarse como insuficiente.
El tercer indicio llegó esta misma tarde con el viaje de la reina Letizia. La madre de Leonor y Sofía se encontraba en Canarias, pero no dudó en tomarse una avión hacia Madrid para asistir al hospital y visitar a su suegra. Su cansancio, la manera en la que se dio el viaje y el hecho de que ni siquiera se haya cambiado (ya que utilizó el mismo traje con el que había participado en el evento de algunas horas atrás) dejan en evidencia la urgencia que tenía por llegar.
En cuanto a datos alentadores, también existen un par. El más fehaciente es que, salvo por las cabezas de la familia, el resto de nietos y familiares se mantienen al día con sus obligaciones cotidianas. Tanto es así que las hijas del rey Felipe y la reina Letizia ya han regresado a sus institutos, algo que difícilmente harían si la situación de la reina Sofía fuese verdaderamente grave.