La gala cinco de Gran Hermano prometía ser una de esas que marcan época. Jorge Javier Vázquez había anunciado que "por primera vez en la historia" sería el público el que terminaría de decidir el casting de esta edición. Una máxima que se veía interesante, pero que, al final de cuentas,. no sería más que un latiguillo para enaltecer una gala con un ritmo bastante similar a otras, solo que con toda la casa "nominada".
Igualmente, exageraciones aparte, sí había cierto interés por lo que podría pasar en esta nueva edición. El público esperaba haber sido soberano y justiciero con Óscar y eliminar a Maite a partir del acoso y el maltrato que había ejercido contra él. La propia producción del programa era consciente de eso y por tal motivo decidía estirar la situación, quizás, más de la cuenta.
Y así fue nada más. Casi dos horas después del programa, Jorge Javier Vázquez anunciaba que Maite ya no formaría parte de la casa, gracias al voto del público. Poco sirvieron los intentos de la participante de pedir disculpas, sus explicaciones o incluso su idea de acercarse a Óscar. Como Gran Hermano no terminó con las burlas y el desgaste, la gente se encargaba de hacerlo y eliminaba a quien muchos veían como candidata hacer un par o tres de semanas.
Por supuesto que, fiel a su estilo, Maite decidía huir hacia adelante y no acusaba recibo. "Me lo esperaba por una caga** que hice el otro día. Pero me quedo con los valores que tengo, soy una gran concursante, sin ninguna máscara y un gran corazón", decía, mientras casi toda la casa celebraba su expulsión y Óscar, el gran ganador de la noche la sentenciaba: "Para mí no ha sido una novedad, era algo esperado".