"Si la veteranía fuese un grado, si no se llegase huérfano a ese trago..." escribía Joan Manuel Serrat, allá por el ahora lejano 1987, cuando imaginaba cómo sería su paso a la vejez y los lamentos que le traería. "Puedo ver que a lo lejos silba el viejo tren como sombre del ayer", supo cantar Ana Belén al hablar de una libertad que llegaría con el paso del tiempo, pero que no estaba lista para aceptar.
A Joan Manuel Serrat y Ana Belén los ha unido siempre el temor a la vejez. No desde un lado superficial, no por la nostalgia de una juventud que ya no regresará, sino por el peso del mundo sobre los ancianos, por la mirada de una sociedad que segmenta utilidades en función de los años y que muchas veces no deja más alternativa que resignarse a esperar la llegada de una compañera indeseada. Sin embargo, así como su pasado les anticipaba un destino que no querían que sucediese, su presente les demuestra que no tenían nada por lo que alarmarse.
Ambos ya pasaron los setenta y ocupan orgullosos el rol de abuelos, que parece imponerse al de una carrera que comienza a despedirse. Aunque hayan llegado a esa etapa que tanto temían, el mundo los tiene más presentes que nunca, con reconocimientos y premios que se multiplican, atrapando incluso a generaciones nuevas.
En lo que va del 2022, tanto Joan Manuel Serrat como Ana Belén han recibido distintas distinciones. En marzo, él se hizo con el galardón de honor de los Premios Odeón 2022, mientras que en abril ella obtuvo el Premio Especial Homenaje a Toda Una Vida en los Fotogramas de Plata. Ambos se suman a otras distinciones y homenajes a lo largo de todo el planeta y al aplauso de un público que lejos está de despedirse de ellos.